TRABAJO DURO

Hoy he trabajado muy duro.

Hasta tal punto que me sangran las manos. Bueno, me sangra una mano, tampoco quiero exagerar. Tengo callos y ampollas en las dos, pero sólo una me sangra.

Pero no me estoy quejando. Hay días como hoy, en que hay que dar el do de pecho, y otros en que no hago nada de nada, no puedo negarlo. Bueno, los últimos son los llamados días perlas, por lo de escasos.

Tampoco tengo nadie a quien acariciar esta noche, con lo que lo de las manos estropeadas no me incomoda mucho.

No me siento mal, ni me sentí mal, cuando más dura era la faena hoy, mejor me sentía, creo que necesitaba un poco de duro ejercicio y  mejor que fuera remunerado, o sea, trabajando.

Pero la verdad es que no hacía falta pasarse y la cosa se complicó y no es que yo me pasara, pero se pasaron.

Al terminar, un compañero me ayudaba a vendarme la mano y de pronto le comenté:

– Hay que joderse, resulta que los burros son una especie protegida, viven de puta madre y les cuidan. Y sin embargo nosotros trabajando como burros. Si es que estamos retrocediendo. Involucionando.

Y luego me vino a la cabeza una frase que leí en un libro sobre teoría económica.

“Tales descompensaciones pueden dar lugar a que los ricos tengan leche para sus gatos y los pobres no la tengan para sus hijos”.

No tengo nada en contra de los burros, ni de los gatos, pero en realidad es que hay que joderse.

Hoy un compañero de trabajo me presentó a su hijo recién nacido, tres días de vida, sólo tres días de vida. Sólo se me ocurrió decirle mientras lo tenía en brazos que estudiase, que esto es una mierda.

Y ahora, mientras me curaba las heridas del día, me vi frente al espejo y me dije:

¿Y tú qué, gilipollas, no has estudiado, de qué te ha servido?

Estoy yo bueno para dar consejos, por eso nunca los doy, pero me jode que haya burros y gatos que puedan vivir mucho mejor que el hijo de mi compañero.

Sin tener nada en contra ni de los burros, ni de los gatos.

¿Y ahora qué?

Ahora a verme otra vez frente al espejo, mientras mis manos descansan en el lavabo entre agua caliente y sal.

Maullaré de dolor y rebuznaré algún improperio frente al espejo.

Pero no le guardaré rencor ni a los burros ni a los gatos.